Internacionales

La guerra relámpago del siglo XXI


Diego Varela

29 de septiembre de 2023


Nota: Vehículo azerí transporta un dron de origen turco. La nueva guerra vio extensivo uso de drones de apoyo y contra vehículos y fortificaciones.


Armenia y Azerbaiyán son dos pequeños países que, a primera vista, no parecen mucho. Pero su posición en el Cáucaso como puente entre Rusia, Europa y el Medio Oriente los hace importantes jugadores en la geopolítica mundial. Para variar, son enemigos jurados.


Buena parte de la razón es la región de Nagorno Karabaj, también llamada la República Autoproclamada de Artsaj. Es una región controlada de facto por la República de Artsaj, aunque en la comunidad internacional es territorio armenio. Azerbaiyán controlaba de facto alrededor de un tercio de la región hasta 1988, cuando estalló la Primera Guerra del Alto Karabaj, en la que Armenia expulsó a Azerbaiyán del área.


La República de Artsaj está habitada por armenios étnicos, por lo que la Segunda Guerra del Alto Karabaj (apenas en 2020), que esta vez ganó a Azerbaiyán, provocó un enorme éxodo de armenios hacia su país de origen por miedo a una limpieza étnica (temores que desafortunadamente estaban bien fundamentados, pues Azerbaiyán es aliada clave de Turquía, autora del Genocidio armenio en tiempos del Imperio Otomano).


Muchos asumieron que Azerbaiyán se quedaría con el territorio ganado tras la Segunda Guerra (gran parte de la región de Artsaj e incluso territorio armenio)


Nota: Todo el territorio azul fue anexado por Azerbaiyán tras la guerra, mientras que el territorio rojo (Artsaj) fue ocupado por pacificadores rusos que debían encargarse de mantener un pequeño corredor de tierra conectando a Armenia y Artsaj: el corredor de Lachin.

Sin embargo, Azerbaiyán no había terminado. A principios de este año, Azerbaiyán bloqueó el corredor de Lachin bajo la excusa que que las tropas armenias estaban moviendo equipo militar, cosa que no se pudo probar. Por 9 meses, insumos básicos como comida dejaron de entrar a la región, y se reportó al menos una fatalidad por inanición en la capital de Artsaj. 


Luego, apenas el 19 de septiembre de este año, estalló la Tercera Guerra del Alto Karabaj. Lo inédito fue su duración: apenas 1 día. El 20 de septiembre, la República de Artsaj se rendía ante la superioridad azerí (respaldada por Turquía) antes de que Armenia (respaldada por Irán y Rusia) tuviera tiempo de intervenir.


Esta vez parece que Azerbaiyán busca anexar la totalidad de Artsaj en el tratado de paz que se definirá el 5 de octubre. Aún así, Armenia tiene un par de problemas más grandes. Primero, los 120,000 armenios de Artsaj que están buscando huir a Armenia, lo que desencadenará una crisis de refugiados, de nuevo por temor a una limpieza étnica azerí (circunstancia que la Unión Europea está ignorando pues depende de Azerbaiyán por combustible). Segundo, Rusia amenaza con abandonar a Armenia a su suerte después de que ésta realizara ejercicios militares con Estados Unidos.


La velocidad de la guerra fue determinada por la excelente preparación del ejército azerí, que supera por mucho al armenio y que está equipado con drones turcos de excelente calidad.

Muchos analistas sospechan que este todavía no es el final, y que en la próxima década o antes podríamos ver la Cuarta Guerra del Alto Karabaj, que podría borrar a Armenia del mapa de forma definitiva. Si bien es improbable, hemos visto en estos últimos años la incapacidad de la comunidad internacional de evitar nuevos conflictos, y sobre todo, de ponerles fin. Con la guerra en Ucrania y el aumento de hostilidades en Taiwán, Azerbaiyán podría pensar que, a primera vista, no parece mucho.