El pasado 25 de Enero del año en curso el Presidente de México anunciaba por conducto de sus redes sociales que dio positivo a la prueba que se realizó para determinar si había contraído el virus de la COVID-19, los síntomas al parecer eran leves donde solo presento un poco de fiebre, dolor de cabeza acompañado por otro par de síntomas leves según lo manifestó el subsecretario de salud Hugo López-Gatell, independientemente de la diversificación en doctrinas del pensamiento político que reside en nuestro país, se le desea una pronta recuperación al mandatario aunque muchos no lo esperaban así dando a conocer su lado más inhumano al anhelar el último aliento del presidente. Sin embargo como ya se mencionó a pesar de las ideologías en polìtica que habitan dentro de la nación, es también inevitable evidenciar la falta de seriedad con la que se ha manejado la pandemia por la COVID-19 con la culpa morando entre el gobierno por subestimar la imposición de ciertas medidas elementales para erradicar la transmisión del virus tomando de ejemplo muy claro el uso de cubrebocas como medida necesaria, pues es imposible no recordar las declaraciones del subsecretario de salud Hugo López-Gatell insistiendo en una de las conferencias vespertinas que no existía evidencia científica que demostrara que el uso de cubrebocas fuera útil para hacer frente a la epidemia, y la otra parte de la culpa morando en la sociedad al no tomar conciencia de la realidad presente como el país más mortífero en personal de salud, realizando fiestas clandestinas o salidas al exterior meramente innecesarias, pero ¿Por qué la población mexicana no se tomó tan en serio el tema de la pandemia? Es una pregunta con una respuesta muy laboriosa porque el fallo del manejo de la COVID-19 en nuestro país se divide, aunque es incuestionable que uno de los factores principales para el mal manejo fue la actitud del gobierno, en especial la de nuestro primer mandatario Andrés Manuel López Obrador quien a principios de la pandemia incitaba a la población a brindar muestras de afecto como abrazos para no tener miedo frente a la situación que al día de hoy nos aqueja de una manera inexplicable asimismo en una mañanera señalaba que la defensa contra el virus que ha cobrado más de ciento cincuenta mil vidas en nuestros país era el ser honestos, acto seguido mostró un par de estampas con santos a los que llamó sus guardaespaldas.

Existe una enorme diferencia entre errores cometidos a base de inocencia y aquellos que son un duelo, inconscientes, cínicamente cometidos por mandatarios que su obligación debería ser la de brindar información en un tono de seriedad como lo es la pandemia por la COVID-19, pequeños errores se alejan demasiado de lo que significa el fallo sistemático del estado al prestarle la atención a la COVID-19 como si fuera una gripe común pero al presidente no solo le bastó con los cientos de miles de muertes por la COVID-19, sino ser también portador del enemigo que ha expuesto la indisposición de la 4T en ser la esperanza de México que tanto promovía en campañas presidenciales, aún así pocos días transcurrieron para que el presidente reapareciera en un video difundido en medios de comunicaciòn donde se le ve recuperándose del virus, la verdad es bueno observar el mejoramiento de la salud del presidente aunque debemos esperar si después de ser el portador de un virus letal que tanto subestimo pueda tomarse más en serio el tema que nos aqueja a todos los mexicanos porque desgraciadamente cada día aumenta el número de infectados e invariablemente el de muertes, porque los errores deben ser para aprender no para repetir, menos en una etapa del país donde nos estamos literalmente desbordando en contagiados y muertos.